En la antepenúltima singladura
del tiempo cronológico que abarco,
ya no puedo subir a ningún barco
que no me lleve a la emoción más pura.
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del tiempo cronológico que abarco,
ya no puedo subir a ningún barco
que no me lleve a la emoción más pura.
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Ni puedo declarar que estoy de acuerdo,
si el corazón no me dicta el enunciado.
Y espero Dios perdone mi pecado:
de no tirar bombones a los cerdos;
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si el corazón no me dicta el enunciado.
Y espero Dios perdone mi pecado:
de no tirar bombones a los cerdos;
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de no fingir más créditos ni orgasmos,
y callarme la boca sin jactancia,
no militando en las extremas militancias
(si Bello no me tacha el pleonasmo).
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y callarme la boca sin jactancia,
no militando en las extremas militancias
(si Bello no me tacha el pleonasmo).
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Y en este dominó sincericida,
cuento a pocos que me quieren como soy
y (¡qué mérito!) a pesar de lo que soy,
intentando honrar mi tiempo en esta vida,
cuento a pocos que me quieren como soy
y (¡qué mérito!) a pesar de lo que soy,
intentando honrar mi tiempo en esta vida,
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derrapando solamente en algún “Pero”,
cuando escribo que te quiero
que te quiero,
cuando escribo que te quiero
que te quiero,
te quiero,
pero…
pero…