No olvidaré a los que me abandonaron.
A los que nunca me abrieron las puertas.
A los que fingieron dejarlas abiertas.
A los oídos que no me escucharon.
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A los que nunca me abrieron las puertas.
A los que fingieron dejarlas abiertas.
A los oídos que no me escucharon.
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A las lenguas que me calumniaron.
A los que avivaron el fuego ante la pira.
A los inventores de cada mentira.
Y a los que, ante la duda, me negaron.
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A los que avivaron el fuego ante la pira.
A los inventores de cada mentira.
Y a los que, ante la duda, me negaron.
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Ni a los que me estafaron de ida, y que después
simularon preocuparse por mi estado.
Ni a los que, no estando libres de pecado,
me apedrearon del derecho y del revés.
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simularon preocuparse por mi estado.
Ni a los que, no estando libres de pecado,
me apedrearon del derecho y del revés.
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Ni a los que intentaron robarme las manzanas
del árbol de mi vientre ensangrentado,
sin saber que volverían a mi lado
después de las cuarenta semanas.
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del árbol de mi vientre ensangrentado,
sin saber que volverían a mi lado
después de las cuarenta semanas.
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Ni olvidaré a los que me abrazaron
en medio del temblor y del desierto.
Ni a los que me alojaron en su puerto
después de que mis botes naufragaron.
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en medio del temblor y del desierto.
Ni a los que me alojaron en su puerto
después de que mis botes naufragaron.
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Ni olvidaré tu abrigo y la pasión
del émulo de Lázaro en la piedra,
devolviéndome el latido entre las hiedras
por tu milagro de resurrección.
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del émulo de Lázaro en la piedra,
devolviéndome el latido entre las hiedras
por tu milagro de resurrección.
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Ni el deseo bajo el cielo decembrino,
ni el océano creyéndose una traba,
derrotado ante este cúmulo de lava
que insistió en entrecruzar nuestros destinos.
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ni el océano creyéndose una traba,
derrotado ante este cúmulo de lava
que insistió en entrecruzar nuestros destinos.
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Ni olvidaré las horas del abismo,
de la arena movediza y del desprecio;
cada ausencia y cada sobreprecio.
cada máxima de odio y de cinismo,
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de la arena movediza y del desprecio;
cada ausencia y cada sobreprecio.
cada máxima de odio y de cinismo,
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y cada gota de lágrima vertida
en este derrotero de mi vida.
en este derrotero de mi vida.