PEOR EL REMEDIO QUE LA ENFERMEDAD . . . . . I Antes de vos, vida mía… me dolía la cabeza y no existía aspirina, soporífero, morfina, anestésico, compresa, resignación ni entereza que calmara mi aflicción, y en penosa situación, me entregaba a la puntada con viso de puñalada que ofrecía la ocasión. . II Antes de vos, vida mía… mi estómago guarecía mil leviatanes indómitos y en mis volcanes de vómitos, cuanto más se retorcía, me entonaba una elegía y gritaba a voluntad ya cualquier barbaridad, boicoteándome sin pena, del desayuno a la cena con ensañada maldad. , III Antes de vos, alma mía… sobre la piel me salía un herpes pruriginoso, purulento y bochornoso, que si rascaba, crecía, y si no, permanecía hasta infectarme de pus, consultando, por mi cruz, a un dermatólogo, en tanto, que preso de puro espanto, me prohibía ver la luz. . IV Antes de vos (no lo cuentes…) las encías se me hinchaban a niveles indecentes hasta aflojarme los dientes y en sintonía, enferma...
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