Te reclamo mis derechos torcidos
en un marco de obviedades complejas,
porque no hay claridad más oscura
que, aunque ciega en la sombra, te ve.
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Soy mujer con enconos tan tiernos,
que se vuelven incendios glaciales,
y a la luz de arrebatos serenos,
te firmé un juramento finito.
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Vos sabés que te sueño despierta
y que siempre te grito callando,
y que no hay emoción racional
que se apague con nieve caliente.
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Por lo tanto, en ruidoso silencio
y en el medio de esta ignota fama,
yo pretendo de tu Nada: Todo,
asumiendo sus costos gratuitos.
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Y agregando, para terminar...
que esta historia apenas empieza.
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