¨Detenerse es morir
y el viento lo sabe. ¨
I
Detenerse y morir
son idéntica cosa.
Ossandón lo escribía
con su letra preciosa.
Y que ¨el viento lo sabe¨,
lo sabemos. Se nota
cuando calla en las tardes
que el calor nos sofoca,
cuando duerme su nana
en lo azul de las olas,
cuando aquieta en un trazo
el perfil de las hojas.
II
Sin embargo yo estuve
bien anclada en tu boca
por más años que risas,
con más llanto que rosas…
Y me fui acostumbrando
al buril de la roca,
al dolor del silencio,
al correr de las horas.
Y en el dulce letargo
de este amor cuenta gotas,
yo morí por un rato
en tu edénica sombra.
Y fue vida en la muerte,
y fue aroma de rosas,
y fue un gozo abrazarte
con mis dos alas rotas.
III
Pero al fin, me alejé…
(como el mar de la costa)
con delirios de versos,
con desdén de gaviota,
dibujando en el aire
un camino de alforzas,
inventándome apuros,
sopesando derrotas.
IV
Y hoy... si miro hacia vos,
se proclama la aurora,
se me borra la noche,
se me aclara la sombra.
Y recuerdo que estuve
bien anclada en tu boca
y fue un gozo abrazarte
con mis dos alas rotas.
V
Sin embargo zarpé.
Me alejé, presurosa,
por sensato dictamen
de razones estoicas.
Detenerse y morir
son idéntica cosa.
Ossandón lo escribía
con su letra preciosa…