UNA SED

No habría desventaja en recordarla,
si hubiera superado ese momento,
si no sintiera yo la sed que siento
las noches que la abrazo sin tocarla.
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Y viajo por las calles de esta Tierra
buscando en cada esquina la bonanza
de haber llegado... al fin. (Pero no alcanza
la fe para ganar en una guerra).
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Y entonces me convierto, sin mesura,
sin rémoras, ni paz, ni miramientos,
en una especie de animal sediento
que añora su bautismo de ternura.
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Yo nunca vi la sombra hasta el instante
fatal del surgimiento de esa luz,
mostrando cuán pesada era mi cruz,
que no me parecía inmensa antes.
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La sueño con los ojos bien abiertos.
Me muero de la sed aunque haya vino.
La veo en los recodos del camino.
La toco en cada mar, en cada puerto.
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La siento en otras bocas. He mirado
el fondo de sus ojos, como espadas,
en la contemplación de otras miradas,
en todas las mujeres que he besado;
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y asumo en este fuego, esta locura:
Lo mismo que me salva, me tortura.

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P E R O M E S A L V A

M E S A L V A

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